A lo largo de la vida atravesamos diferentes etapas a las que, de forma prácticamente natural, corresponden determinados comportamientos, características y acciones. Así, nacemos, vamos a la guardería, sobrevivimos a la etapa escolar, aterrizamos en la universidad con ganas de comernos el mundo, entramos en el universo laboral… Y ya cada uno emprende su propio camino.
Puede que, durante las últimas fases citadas, encontremos una pareja estable con la que formar una familia. Tras años de relación y uno o varios hijos después, una de las decisiones más comunes de las parejas es poner punto final a la etapa de la crianza para poder disfrutar libremente y sin ningún tipo de preocupación de las relaciones sexuales.
Actualmente, y pese a la existencia de otros métodos anticonceptivos clásicos como la píldora, el DIU o el preservativo, que sirven como recurso de forma temporal, es muy normal que las parejas recurran a la vasectomía para zanjar su etapa reproductiva de forma definitiva.
La vasectomía es la cirugía en la que se seccionan los conductos deferentes, es decir, las vías que trasladan los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra. A través de ella se logra frenar el avance de los espermatozoides por la uretra, evitando que se produzca el embarazo ya que, aunque el varón siga experimentando erecciones y orgasmos y eyacule de forma normal, no expulsa los espermatozoides y, por tanto, no se puede producir la fecundación en el útero de la mujer.
Pero, ¿qué ocurre si tengo otra pareja o si, tiempo después, nos damos cuenta de que queremos tener más hijos?
La vida no es solo blanco o negro, sino que a veces tomamos decisiones de las que más tarde nos podemos arrepentir. Hay ocasiones en las que la pareja se rompe y el varón rehace su vida con otra mujer, generándose nuevamente el deseo de tener hijos en común. O puede ocurrir que, cuando los hijos ya han cumplido una determinada edad, a la pareja le apetezca ampliar la familia y así volver a experimentar la paternidad/maternidad.
Aunque, a priori, parezca una solución de carácter definitivo, es posible recuperar la fertilidad del varón tras la vasectomía. Esto se realiza a través de otro procedimiento denominado vasovasostomía microquirúrgica.
La vasovasostomía microquirúrgica es una técnica de microcirugía que permite volver a canalizar los conductos deferentes de un varón vasectomizado. Se trata de un procedimiento que se lleva a cabo en quirófano, con anestesia local y con la ayuda de un microscopio que facilita la visión en detalle de estos conductos para ayudar al especialista a actuar con mayor precisión e impedir el escape de espermatozoides, ofreciendo así más garantías de éxito.
No obstante, siempre se debe tener en cuenta que las posibilidades de éxito serán mayores cuanto menor sea el tiempo transcurrido entre vasectomía y vasovasostomía.
Alrededor de tres meses después de la realización de la vasovasostomía se realizan pruebas de control o seminogramas que permiten detectar el flujo de espermatozoides. Con estas pruebas se comprobará si la operación ha transcurrido o no con éxito.
Cuando se desea tener hijos, pero ha pasado mucho tiempo entre vasectomía y vasovasostomía y esta última no da buen resultado, es posible recurrir a las técnicas de reproducción asistida, ya que permiten la extracción directa de los espermatozoides mediante biopsia testicular y la realización de una inseminación artificial o fecundación in vitro con ellos. No obstante, la primera opción siempre será la vasovasostomía microquirúrgica, ya que es una técnica segura, sencilla y efectiva que no genera molestias ni complicaciones en el varón.
¿Necesitas más detalles sobre procedimientos como la vasectomía o la vasovasostomía microquirúrgica? ¿Quieres dejar de preocuparte por los anticonceptivos y tener una solución efectiva y a largo plazo? En Clínicas García Reboll podemos ayudarte. Ponte en contacto con nosotros, estaremos encantados de atenderte.
