La vasectomía es la técnica quirúrgica más eficaz para interrumpir el paso de los espermatozoides al exterior y conseguir, de esta forma, la esterilidad del varón.

Es, junto con la circuncisión, la técnica quirúrgica ambulatoria más demandada, ya que aporta seguridad a las relaciones sexuales, además de tratarse de una técnica quirúrgica muy sencilla.

¿Cómo se realiza una vasectomía?

Durante la vasectomía sin utilización de bisturí, una intervención de unos 20 minutos de duración, mediante una punción a ambos lados del pene, extraemos los conductos deferentes que transportan los espermatozoides desde el testículo a las vesículas seminales.

A continuación, estos se seccionan y ligan para interrumpir el paso de los espermatozoides. A partir de este momento, todos los espermatozoides nuevos generados por los testículos quedarán retenidos en las estructuras de los testículos (epidídimos), sin causar mayor problema para estos.

Tras la vasectomía es necesario expulsar todos los espermatozoides alojados en las vesículas seminales (detrás de la próstata) hasta conseguir la completa ausencia de espermatozoides en el líquido expulsado durante la eyaculación.

Este proceso de “purgado” requiere entre 30 y 35 eyaculaciones. A partir de ahí, el líquido expulsado durante la eyaculación estará formado por liquido prostático, seminal y uretral, pero no contendrá espermatozoides.

Gracias a esta técnica el paciente no nota ninguna diferencia, ni en la sensación placentera, ni en las características físicas del semen (cantidad, color, etc.).

¿Es posible revertir la vasectomía?

Un motivo de consulta frecuente es el de los pacientes con cambio de opinión sobre su paternidad, que desean un nuevo embarazo, o segundas parejas con las que no tienen descendencia y quieren rehacer su vida.

En estos casos, el mejor tratamiento es la vasovasostomía microquirúrgica, de la que hablamos en este otro apartado.