Vasectomía sin bisturí

La vasectomía es una cirugía en la que se seccionan los conductos deferentes, que son los que trasladan los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra, impidiendo el embarazo tras la eyaculación.

En la vasectomía, por tanto, se frena de forma radical el avance de los espermatozoides hasta su salida por la uretra.

Cirugía de la vasectomía: ¿cómo es el procedimiento?

Este procedimiento se realiza con anestesia local y está recomendado en casos de varones que no deseen tener más hijos, ya que los vuelve estériles.

Sin embargo, esta intervención no afecta a la capacidad masculina para tener erecciones y orgasmos, ni para eyacular semen, ya que este se expulsa sin espermatozoides.

La vasectomía se puede revertir para recuperar la fertilidad del varón a través de otro procedimiento quirúrgico denominado vasovasostomía.

Vasectomía sin bisturí: la técnica más avanzada

Rapidez, menos riesgo de complicaciones y menos molestias postoperatorias son las principales ventajas de la vasectomía sin bisturí. Pese a ser una intervención sencilla, la destreza del cirujano es crucial en la vasectomía sin bisturí y no todos los especialistas la ofrecen. En Valencia, la Clínica García Reboll ha sido pionera en vasectomía sin bisturí.

¿Qué diferencia la vasectomía sin bisturí de la vasectomía convencional?

La vasectomía tradicional utiliza un bisturí para efectuar dos cortes en la piel de los testículos.
La vasectomía sin bisturí, en cambio, utiliza unas pinzas para abrir un pequeñísimo orificio en la piel del escroto. “Localizamos y sujetamos cada conducto deferente con unas pinzas especiales, lo aislamos, ligamos, seccionamos y coagulamos para que queden herméticamente cerrados”, explica el Dr. Luis García Reboll.

La vasectomía sin bisturí finaliza, por tanto, cuando ambos conductos están sellados, y será suficiente con la electrocoagulación del orificio realizado para permitir a la piel cicatrizar lo más rápido posible.
“Esta innovadora técnica es mucho menos invasiva que la tradicional en la que, para seccionar los conductos deferentes, se realizaba una incisión en el escroto de uno o dos centímetros a ambos lados, que después precisaba puntos, generando más probabilidades de provocar inflamación, infecciones, dolores y molestias, además de conllevar un post operatorio más largo e incómodo”.

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