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Las enfermedades venéreas son comúnmente conocidas como infecciones de transmisión sexual (ITS) o enfermedades de transmisión sexual (ETS).
VPH, VIH, clamidia, sífilis, gonorrea… Actualmente, existen alrededor de 30 tipos de enfermedades venéreas o de transmisión sexual. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada día más de 1 millón de personas en el mundo contraen una de estas infecciones.
Se trata de infecciones que se pueden transmitir a través del contacto sexual, cuando se practica sexo oral, vaginal o anal, así como de madre a recién nacido durante el embarazo o en el momento del parto.
A continuación, te contamos todo lo que debes saber sobre las enfermedades venéreas.
¿Qué son las enfermedades venéreas?
Las enfermedades venéreas son todas aquellas enfermedades que se contagian, principalmente, a través del contacto sexual, por las secreciones corporales como el semen o el flujo vaginal. También se pueden transmitir de madre a hijo durante la gestación y/o el parto, y a través de la sangre.
Los causantes de este tipo de infecciones pueden ser tanto virus como bacterias, hongos y parásitos. En el primer caso, cuando las infecciones están ocasionadas por un virus, como el papilomavirus o el VIH, se pueden tratar y atenuar sus síntomas, pero no son curables. Sin embargo, si su origen radica en bacterias, hongos o parásitos, se pueden tratar y curar gracias al uso de antibióticos.
Como decíamos en el inicio de este artículo, existen 30 tipos de enfermedades venéreas, pero son ocho de estas patologías las que tienen especial prevalencia: gonorrea, clamidia, sífilis, tricomoniasis, hepatitis B, herpes, virus del papiloma humano (VPH) y virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Por norma general, tanto hombres como mujeres de cualquier edad pueden padecer este tipo de enfermedades; sin embargo, estas suelen acarrear peores consecuencias para la salud -sexual, general y reproductiva- de las mujeres.
Enfermedades venéreas: ¿Cuáles son sus síntomas?
Las enfermedades venéreas a menudo no presentan síntomas, sobre todo al principio, por lo que, si no se realiza un análisis, son difíciles de detectar.
Hoy en día, de hecho, este tipo de “enfermedades” se conocen popularmente como infecciones de transmisión sexual o ITS pues, al no presentar síntomas, más que enfermedades se consideran infecciones.
Cuando manifiestan síntomas, estos son muy variados. Algunos de los más comunes pueden ser: dolor o ardor al orinar, dolor durante la penetración, dolor abdominal, heridas (úlceras) o pequeños abultamientos en la zona genital, bucal o anal, secreciones blanquecinas, amarillas o verdosas en el pene o la vagina, sangrado vaginal, flujo vaginal anormal, erupciones cutáneas anormales, fiebre…
Si se padecen, estos síntomas pueden aparecer a los pocos días de haber contraído la infección o no manifestarse hasta tiempo después. Pueden pasar incluso años hasta que tienen lugar los primeros signos o síntomas que anuncian que algo no va bien.
Diagnóstico de las enfermedades venéreas
Las enfermedades venéreas tienen un diagnóstico fácil y rápido. La manera más común de detectarlas es a través de análisis de sangre, de orina o de fluidos (secreciones genitales, saliva). Por lo general, los resultados de estos análisis se obtienen en minutos (VIH, sífilis) o en unos días.
¿Cómo evitamos el contagio de las enfermedades venéreas?
Para evitar el contagio de cualquier tipo de infección de transmisión sexual, es fundamental la educación sexual, la prevención y la concienciación.
El sexo puede ser más seguro gracias a métodos anticonceptivos de barrera, como el preservativo, pues al cubrir parte de los genitales existe menor probabilidad de contagio a la pareja. Cuando se es una persona sexualmente activa, sobre todo cuando no se tiene una pareja estable, también es fundamental hacerse pruebas de ITS de manera habitual, por lo menos una vez al año. En los hombres, la circuncisión hace posible que se evite el contagio de una ITS en alrededor del 60% de los casos. Además, para evitar el contagio de algunas de estas infecciones, como el virus del papiloma humano (VPH) o la hepatitis A y B, también existen vacunas.
Cuando ya se ha contraído la infección, es fundamental esperar a que se cure o desaparezcan sus síntomas para tener relaciones sexuales, por la alta posibilidad de contagio a otras personas.
También debemos tener en cuenta que hay personas que tienen más riesgo de contraer este tipo de infecciones, por lo que deben tener más cuidado. Son casos, por ejemplo, de personas que practican sexo oral y/o tienen relaciones sexuales sin protección, que ya han tenido una ITS, que tienen sexo frecuente con diferentes parejas o que consumen drogas por inyección.
Como hemos comprobado, es fundamental tener toda la información posible a nuestro alcance y prevenir el contagio de este tipo de infecciones para evitar comprometer nuestra salud general, sexual e, incluso, reproductiva, tanto en el presente como de cara al futuro.
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