La disfunción eréctil, popularmente conocida como impotencia sexual, consiste en la dificultad para lograr o mantener la erección, impidiendo que las relaciones sexuales sean satisfactorias. Esta afección benigna que padecen millones de hombres alrededor del mundo se da más frecuentemente en los varones mayores de 40 años y aumenta con la edad y factores asociados, como el estrés, la diabetes, el colesterol y la hipertensión.
Hoy en día, y a pesar de ser una de las patologías más comunes en el varón, la disfunción eréctil sigue siendo un tabú para la sociedad, lo que contribuye todavía más a provocar un mayor descenso en la calidad de vida de la pareja y una gran falta de autoestima en el paciente, que se siente incomprendido y solo.
Puesto que el origen de la disfunción eréctil es multifactorial, es decir, que puede tener una causa física, psicológica o mixta, el tratamiento elegido por el especialista en función del caso de que se trate puede ser psicológico, médico o quirúrgico. El único tratamiento médico que restaura el tejido para que el paciente consiga de nuevo una erección satisfactoria es la terapia con ondas de choque de baja intensidad.
Ondas de choque de baja intensidad para el tratamiento de la disfunción eréctil
Las ondas de choque son ondas acústicas de baja intensidad a las que los especialistas recurren para mejorar la circulación y regenerar los tejidos dañados del cuerpo. Es un tratamiento sencillo que no requiere preparación alguna.
Actualmente esta terapia representa una alternativa muy efectiva para la solución de la disfunción eréctil de origen vascular (60-80% de los casos), en casos en los que los pacientes no hayan respondido de forma positiva al tratamiento farmacológico.
De esta manera, a través de la estimulación de la formación de nuevos vasos sanguíneos de los cuerpos cavernosos del pene, que provocan un flujo de sangre más intenso, las ondas de choque de baja intensidad permiten al hombre lograr tener y mantener erecciones de nuevo y así poder consumar relaciones sexuales satisfactorias.
Este tratamiento no provoca dolor, tiene una duración media de unos 15 minutos y, normalmente y en función de la gravedad de cada caso, se pueden aplicar entre 6 y 12 sesiones.
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